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Luna de agosto

El colegio...

Siempre que leo, oigo algo sobre el colegio, pienso en mis hijas. tanto, que si el tema se diera hoy, cada una iría a un colegio diferente, ni me lo pensaría. Los profesores hacen su selección y al primer fallo, le ponen una + y ya está sentenciado para siempre. Con dos niñas de edades casi iguales, tengo miles de anécdotas, tantas y tan diferentes como ellas entre sí.

La mayor no daba  el más mínimo problema, tampoco se implicaba en nada del colegio, ella estudiaba, no contestaba nunca, todo le parecía bien, obedecía en todo, una joya para cualquier profesor y así lo confesaban abiertamente en cualquier reunión.

Cuando se tiene sólo un hijo que entra en tal denominación, da gusto. El problema empieza cuando se tienen dos -como era mi caso - y la segunda era un terremoto, si el profesor reñía a un niño sin razón, allá salía ella, si la comida no estaba bien cocinada se quejaba y no a cualquiera, con sólo siete años, se iba a dirección y presentaba un queja. Participaba en la revista del colegio, tocaba la guitarra, ayudaba a la profesora si se lo pedía, en los trabajos manuales, era tan activa y dinámica que ningún profesor quería prescindir de ella y encima que aprobara todo y con buenas notas como su hermana.

El tema vivido con una profesora, cuando la niña tenía tan solo seis añitos, fue demencial. Mi hija empezó a hacerse pis por la noches, a no querer ir al colegio, nos pareció tan raro, el cole le encantaba, que nos preocupó y ella nos contó. La profe nueva, pegaba a los niños en la cara con la mano y con los libros y les llevaba al cuarto de baño tirándoles del pelo y allí les dejaba encerrados hasta que ella quería ir a sacarlos. Me confesó que a una amiga suya le había arrancado el pelo. El tema era tan grave, que había que ir despacio, a ella no le había pegado todavía, pero tenía miedo.

Nunca dudé de ella, no había necesidad, su miedo no podía ser imaginación como dijo la profesora. Le comenté que a la niña no le tocará. Por la tarde, miré la cabeza de su amiga  y efectivamente, le faltaba un buen mechón de pelo. Hablé, así, sin darle importancia con varios niños, todos estaban asustados, atemorizados. Los padres hicieron caso a la profesora y siguieron creyendo que la imaginación de los niños estaba en ese curso disparatada.

Al ver que con los padres no había forma de solucionar el tema,  pedí un cambio de clase, si no se hacía, denunciaría al colegio. La niña cambió de clase a la hora del comedor y la nueva profesora la acogió como una niña problemática. A la siguiente semana, la nueva profesora me llamó  y me aclaró que la niña era un encanto y nada conflicitva, temblaba cuando ella la llamaba y se ponía a llorar gritando, no me pegues, no me pegues, así que decidió dejarla  hasta ganar su confianza. ¿qué pasa con los padres? me decía, lo he intentado todo y no he podido, no puedo poner una denuncia con todos los padres en contra. De eso se encargó ella y al siguiente curso desapareció la profesora.

Muchos de aquellos niños no terminaron la básica, se quedaron estancados y odiando todo lo que olia a estudios y profesores. No fue el caso de A. el que nosotros, sus padres, la creyeran la hizo fuerte y segura y no le importaba que los niños se rieran de ella cuando se juntaban en el comedor, también aprendió que todos los profesores no son iguales. Ahora que es mayor, cuando alguna vez se habla de aquello se emociona,  recuerda perfectamente todo lo que allí sucedió y lo que nosotros hicimos...creerla.

Lo mío es mucho más serio.  Pienso en  los cientos de niños que hayan pasado por la manos de aquella mujer, de aquella profesora.

 ¿ Cuantos chicos odiarán gracias a ella los estudios, las ganas de aprender?

4 comentarios

salduba -

Eres muy inteligente,y diste una lección a tu hija.
Por otra parte, cuando yo iba al cole, la autoridad de la maestra era indiscutible, es mas, los propios padres decían a los maestros, tiene usted carta libre, si el niño no estudia, dele fuerte.
Era así,era otra época distinta.
Y ahora tampoco esta bien lo que hay.
Los extremos no son buenos.

Luna -

Maru, nunca tuve esos tipos de problemas afortunadamente, no creo que mis padres lo hubieran permitido, no lo sé.

Princesa, de entrada siempre creo a los niños, siempre. Para eso estamos los mayores, para discernir si es imaginación (nunca mentira) o es cierto lo que dicen.
la verdad que siempre usé una mano izquierda increible.
Recuerdo aquella vez que la mayor no quería ir al colegio " le dolía la tripa" no pasa nada le dije, si te duele debes quedarte en casa todo el día, la pena es qué hoy precisamente en la comida van a hacer una fiestecita con tarta, confetis, van a poner música de Loquillo, vamos una fiesta especial para los niños del comedor....
Al ratito, me dijo....Era una broma si no me duele nada...Toca, toca la tripa, estoy muy bien ¿ Te lo has creido?.
Por la tarde, cuendo fuí a recogerlas, estaba enfadada...
No había fiesta en el comedor, ni música de Loquillo, ni nada de nada de lo que me dijiste.
Pero hija- le dije - ¿te lo has creido? era una broma...mira cómo me río.
Estuvo un par de horas enfadada, las mismas que yo me estuve riendo.

princesa -

Desde luego, durísimo. Yo estoy educada en que los profesores siempre tienen razón. Siempre. Tuve la suerte de no tener a ninguno que hiciera nada de lo que tú dices..., pero me hubiera costado que mi madre me escuchara. Mi padre no, claro, pero no sé qué hubiera pasado.

Un saludo, me alegro de que creyeras a tu hija.

salduba -

Eso es muy grave, imagínate, cuando yo era pequeña, tuve una de esas maestras, que te daban en las manos con la palmeta, dolía muchísimo, también te castigaban contra la pared, y ya era terrorifico, en una ocasión necesitaba ir al aseo, y me lo negó, se lo pedí varias veces pero se negaba adarme permiso, y me hice pis encima, y ya no era tan pequeña, además que era invierno y llevaba leotardos, que estuvieron mojados toda la mañana.
Estoy segura que muchos problemas de ansiedad que padezco ahora provienen de esa situación, de la que no podía escapar.
Así que si lo que dices era así, tirones de pelo, y tortas en la cara, es muy grave.
Puede que cuando sea mayor se le manifiesten problemas.